viernes, octubre 10, 2008

La perversión del capitalismo, en estos tiempos de crisis económica, es la agonía de los indígenas desde 1492


América descubrió el capitalismo en 1492. Lo dice Eduardo Galeano, autor del libro 'Ser como ellos y otros artículos' (Siglo XXI Editores, México-1992). Argumenta que Cristóbal Colón escribió 139 veces la palabra oro en su diario del Descubrimiento. Los descendientes de aquellos pobladores americanos, los indios, no sólo son ahora la mano de obra más barata. Le han quitado sus derechos. El escritor peruano Mario Vargas Llosa, uno de los candidatos al Premio Nobel de Literatura 2008, aseguró que "no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que
sacrificar sus culturas
para salvarlos del hambre y de la miseria". En la Segunda Guerra Mundial murieron unos 10.000 indios estadounidenses, de los 25.000 que fueron enviados a la contienda. El prócer argentino Domingo Faustino Sarmiento escribió sobre los indios araucanos, afirmando que "son animales más reacios, menos aptos para la civilización y la asimilación europea". Las llamadas culturas primitivas resultan todavía
peligrosas
porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitario. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra? Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete?

No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: "Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada?". Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido
el punto de vista único,
las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:
¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.
¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.
¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de riqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.
¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.
¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.
¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.
¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.
¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.
¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno. Si Henry Ford acuñó la frase de que el tiempo es oro, los indios consideran que
el tiempo no se puede comprar ni vender,
la dignidad humana, menos. La perversión del capitalismo, en estos tiempos de crisis económica, es la agonía de los indígenas, según da a entender Eduardo Galeano.

1 comentario:

Francisco O. Campillo dijo...

Mañana, 12 de octubre, publicaré un post en CAMINANDO que he decidido dedicarte ;-)

Un abrazo solidario