La economista Dambisa Moyo reclama que cesen las ayudas económicas a África porque son perjudiciales. en su libro Dead Aid (Muerte a las ayudas o Ayuda improductiva como se ha traducido el título al español). Razones contundentes no le faltan, ya que aduce que dichas ayudas no hacen otra cosa que acomodarse a los gobiernos en el poder sin ocuparse, por ejemplo, de crear empleo. Justamente, la permanencia en el poder de estos gobernantes depende más de los euros y los dólares extranjeros que de su propia gestión. Sin embargo, la solución que propone, el flujo de inversiones internacionales, puede que tampoco resuelva, en la práctica, el crecimiento económico en las regiones pobres o en vías de desarrollo, tal como ocurre en América Latina, ya que a pesar de ello hay amenazas de guerra (Venezuela contra Colombia), corrupción, narcotráfico y terrorismo paramilitar. ¿Quién solucionará la pobreza y la miseria?, ni siquiera los Retos del Milenio de las Naciones Unidas en el año 2000 lo han logrado. Es que los ricos siguen siendo inalcanzables para los pobres.
3 comentarios:
Vaya, vaya!!!! alguien habló fuerte y sonante. Las ayudas económicas a los pobres, los convierte en más pobres de espíritu, al anular su toma de decisiones, y obliga agradecer y depender siempre de los poderosos. Siempre hay un trasfondo. A los poderosos les conviene la sumisión del pobre, del jodido, del explotado, de que otra manera, ellos subsistirían...
abrazos mexicanos, Monique.
Completamente de acuerdo con Conciencia Personal. Me parece una lectura valiente y sabia la que hace Moyo. África no necesita que la ayudemos o salvemos, sino ser reconocida como igual para desarrollarse libremente. Más que dar limosna, bien podrían los gobiernos del Norte controlar la actividad de las multinacionales de sus países, dejar de exportar armas, no incentivar la fuga de cerebros, etc.
Conciencia Personal: completamente de acuerdo contigo.
June Fernández: es cierto que existe una explotación de las riquezas por parte de las multinacionales que, me parece, cuenta con el beneplácito de los débiles gobiernos africanos. El asunto es complejo y encontrar una solución práctica, bastante difícil.
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