Maradona ya no sabe qué hacer para llamar la atención. Su última acción ha sido pedir consejo al militar y ex golpista, ahora presidente de Venezuela, Hugo Chávez, sobre su continuidad como seleccionador del conjunto albiceleste. Y así van las cosas, con villas miserias en Argentina y barracones en Venezuela donde sobra el hambre y falta la comida. Todo se alimenta de
ídolos falsos. La minoría en el poder sigue engañando para que su dictadura siga sobreviviendo con la miseria del pueblo.
4 comentarios:
Estando de acuerdo, conviene añadir que también son "ídolos falsos" los Kirchner, Alan García, los líderes colombianos de la "U", etc. etc. etc.
Por otro lado, los despropósitos de Maradona --cuyo cerebro ha sufrido múltiples agresiones...--es irrelevante en casi todos los aspectos que son de interés público real; su descrédito objetivo es tan grande que ni siquiera merece atención cuando habla de fútbol.
Un gran jugador no tiene porque ser buen entrenador, ni nada de nada en nada.
Maradona es un fenómeno social en Argentina equiparable a otros de origen distinto en otros países, pero que son igual de embrutecedores (¿por ejemplo?, pues Belén Esteban en España, o las "amantes" de Berlusconni en Italia, o la becaria que "jugaba" con Clinton...)
Maradona es otro ser humano radicalmente inmerecedor de crédito. Lo que haga y diga ese "pobre hombre" carece de relevancia.
Que haya pedido consejo a Chávez, a Obama, a Blair o a doña Cristina forma parte del circo que él ha creado con la colaboración inestimable de los medios y de personajes que con tal de aparceer en primera plana hacen lo que sea.
Y Chávez, que no se distingue precisamente por su prudencia ni por su inteligencia, es bien capaz de alardear de haber descolgado el teléfono para charlar con el ex jugador argentino con la finalidad de engordar su insaciable ego.
Son tal para cual.
Excelente comentario y muy preciso. Me ha encantado leerlo. Muchas gracias Félix.
Gracias a ti por recordarnos que Maradona es un fantasma que gusta de codearse con otros fantasmas.
Los caminos sinuosos nunca terminan en una ámplia avenida poblada de buenas intenciones. Abrazos.
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