
Nubarrones negros, presagio de fuertes tormentas, rondan sobre la cabeza de los latinoamericanos. Y no me refiero a los fenómenos naturales que azotan Centroamérica. Porque si hay que hablar de lo malo no se sabe por dónde empezar. Lo más preocupante es, según expertos y analistas de la región, que Washington pretende, al parecer, contrarrestar la influencia de los presidentes venezolano y brasileño, Hugo Chávez y Lula da Silva, respectivamente, con la reactivación de la Cuarta Flota. Quizás parece una opinión un poco paranoica, pero no es descartable que sea una realidad. Embajadores latinoamericanos muestran su inquietud por el plan del candidato a la presidencia estadounidense, Barak Obama, de renegociar los tratados de libre comercio con Latinoamérica. En coincidencia, la cantante argentina Mercedes Sosa vuelve a clamar al cielo por la integridad latinoamericana, una palabra lejana de los hechos, oculta tras el horizonte. En este escenario, aparece el mensaje populista del presidente de Brasil, Lula da Silva, que suena fuerte hacia el interior, hacia los propios brasileños, y defiende la candidatura de su país para los Juegos Olímpicos, dando a entender que el terrorismo en España es una mancha negra que impide la organización de semejante encuentro deportivo mundial. El periodista Francisco R. Figueroa, un conocer de los problemas de Latinoamérica, argumenta en su blog 'Apuntes iberoamericanos' que mejor que Lula da Silva se calle la boca y no olvide la violencia de las calles de Río de Janeiro. La inseguridad por la violencia contagia a Argentina, según la información del diario La Nación; Venezuela , publica Analítica.com, y México, como describe la situación la página web Epicentro Hispánico. La injusticia, la pobreza y
la exclusión socialsevera se unen al diagnóstico de un enfermo grave que necesita entrar en la Unidad de Urgencias de algún hospital, para ser trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), una historia que quizás hubiera escrito Julio Cortázar de manera magistral.