Ay,
Haití.Ay de mí. Éramos pocos y parió mi abuela. El
terremoto que sacude la
miseria haitiana no tiene parangón. No se sabe el número de muertos, son decenas de miles. Los muertos vivientes ya están muertos.Se desconoce la cantidad de personas vivas que permanecen debajo de los
escombros. La historia vuelve a repetirse, si no es la guerra o el narcotráfico, a la miseria se suma el
desastre.
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Red. Escribo estas líneas con el dolor del alma, impotente, después de unos días de reflexión en los que incluso llegué a pensar en firmar el finiquito y dejar a Rancho Latino a la deriva. Finalmente, he dedidido convertir el blog en revista, con actualizaciones los días viernes.
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