Parlamento que no parlamenta los habituales conflictos que desunen a la América Latina sumida en el caos constante

El presidente cubano, Raúl Castro, apuesta por una recuperación económica dentro de los cánones de la Revolución. Cuba es una isla aislada, no sólo por Estados Unidos, también por la permanencia del gobierno de la familia Castro. Muchos cubanos piensan que la única salida que tienen es montarse en una balsa y escapar de la isla. China sigue con sus teorías comunistas pero nada en las aguas bravas del capitalismo, a los 30 años de entrar en el economía de mercado. Europa asegura la atención sanitaria universal acompañada de medidas sociales. Pero Cuba sigue en sus trece con la cartilla de racionamiento, el Estado papá protector o mamá que protege. Y América Latina se desmembra, se desliga de su posibilidad de integración para conseguir aquello de que la unión hace la fuerza o de que divide y vencerás, ayudando al enemigo. México ruega a Estados Unidos que no ayude a los golpistas hondureños. Colombia anuncia una alianza militar con su vecino, Estados Unidos, y saltan las voces de alarma que le contradicen, a excepción del apoyo peruano. Existe un Parlamento Latinoamericano en el fondo, muy en el fondo, ya que no hay elecciones democráticas para elegirlo ni muestras de solidez ante los conflictos del subcontinente.