El Día de la Identidad Latinoamericana

No nos alcanzan los 365 días que tiene el año para dedicar un asunto a cada jornada. Es evidente que el Día de lo que sea se celebra para recordar la falta del susodicho lo que sea. Celebramos el Día del Agua porque la sexta parte de la población mundial no dispone de ella y, en la jornada siguiente, nos acordamos de que existe el racismo porque hay un día dedicado a él. En el tiempo en que se lean dos líneas de este comentario muere un niño en el mundo por la falta de agua y saneamiento. Y nos debemos preguntar si estas encomiables propuestas de dedicar un día a algo sirven realmente para que cambien nuestras conciencias,

para que cambie la mentalidad

de la minoría de privilegiados en el mundo que podemos ducharnos a diario con agua caliente y satisfacer nuestras necesidades cotidianas con el vital elemento que nos brinda la naturaleza, a pesar del mensaje hipócrita de la empresa que fabrica la chispa de la vida, cuando en realidad la chispa sea, ni más ni menos, esa gota de agua miserable, a veces contaminada, que queda a algunas poblaciones después de que la multinacional haya agotado la existencia para la fabricación de la bebida gaseosa universalmente conocida. Para fabricar una hamburguesa venenosa se necesita mucha agua, según algunos entendidos. Si ha racismo se refiere, al que se dedica hoy el Día, todavía estamos reclamando una identidad propia en Latinoamérica, lo dicen el joven Ángel Arturo Cisneros desde Jalisco o el bonaerense Pablo Mancini en su blog. Después de más de medio siglo de la conquista española la reivindica un cacique indoamericano, confirmando la

comprobación científica

de que los genes de los indígenas precolombinos todavía permanecen en los mestizos, en los criollos del subcontinente. Esta herencia genética quizá sea la mejor muestra de identidad latinoamericana.