De armamento se llena el cambalache

Simón Bolívar fue un caudillo que ha hecho escuela en Latinoamérica. Al prócer le siguieron los llamados "guapos" de los tangos argentinos y uruguayos, que se apostaban en las esquinas. Nadie podía pasar caminando por la acera o vereda, y había que mostrar respeto para no tener problemas y circular por la calzada. De lo contrario

te acuchillaban.

El caudillismo sigue siendo la fórmula para mostrar poder, para decir que se es más fuerte y cuidadito con meterse con aquél que saca pecho y levanta la cabeza como los voluntarios de la Legión Extranjera. Ni siquiera falta en los desfiles militares el marcial "Paso de ganso" con que los soldados nazis pegaban patadas hacia adelante por si alguien les impidiese el paso. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es militar y sabe mucho de estas cuestiones. Acaba de conseguir un préstamo de Rusia para la compra de tanques y misiles antiaéreos, a los pocos días después de que su homólogo de Brasil, Lula da Silva, firmase un acuerdo militar con Francia. Por si fuera poco, el mandatario boliviano Evo Morales anuncia la posibilidad de un acercamiento a Irán que amenaza al mundo con la bomba atómica. De armamento se llena el cambalache.