La corrupción de los Kirchner y la pobreza argentina

La Argentina es como una vaca tan buena productora que su leche nunca se acaba aunque la sigan ordeñando al máximo. La comparación la escuchaba de niño entre los vecinos del barrio, en el colegio, en el instituto de Secundaria. Cada tanto surgía esta frase como retahíla de un lamento eterno, perenne, como todas las quejas de los argentinos que se repiten a diario. Conozco un comerciante argentino, afincado en España, que con sus 66 años no ha conseguido todavía percibir los beneficios de la ansiada jubilación, cuando el límite para conseguirla son los 65 años, todo por la burocracia o porque no hay dinero suficiente para cubrir las necesidades sociales básicas. Y, ¿por qué no hay dinero en un país tan rico?, se pregunta medio mundo. La otra mitad denuncia la voracidad de los corruptos. Un nuevo caso depredador es Aerolíneas Argentinas. La oposición demanda investigar los últimos contratos de la compañía aérea y su relación con la promoción de los hoteles cuyos propietarios son Cristina Fernández, la presidenta del Gobierno a la que muchos argentinos llaman "esa mujer", porque no la quieren ni nombrar, y su marido, Néstor Kirchner, ex mandatario. En el convenio citado se ofrecen descuentos a los viajeros de Aerolíneas Argentinas en el hotel de lujo de Calafate, en la Patagonia, que pertenece a los Kirchner. En esta situación, se estima que el 30% de los argentinos vive en la pobreza, en ínfimas condiciones de supervivencia.