Los desamparados que duermen bajo el techo de las estrellas

Favelas, villas miserias, campallas. La miseria, la falta de planes para la construcción de viviendas de protección social o de dispositivos de prevención y asistencia son la causa de que miles de latinoamericanos malvivan hacinados, a la intemperie o en infraviviendas. Ningún gobernante habla del tema o hace declaraciones por un sector olvidado por la sociedad: los sin techo. En México, algunos viven en cuevas, en una zona donde han muerto un millar de indigentes en los últimos 30 años. Sectores críticos le dan un fuerte tirón de orejas al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, debido a su falta de preocupación por la promoción de la vivienda. La modelo Gisele Bundchen afirma que en las favelas brasileñas todo el mundo sabe lo que es un condón pero nadie conoce lo que es una alcantarilla. La represión policial suele ser la única medida que toman los Gobiernos, como sucede en Brasil; y una ley amenaza con dejar en la calle a un millón de inquilinos de tugurios en Perú. En Bolivia hay

enfrentamientos por la posesión de terrenos.

Desde el poder, en Argentina, denominan núcleos habitacionales transitorios a las villas miserias que crecen a causa del clientelismo político, según alguna que otra opinión. En Costa Rica sucede otro tanto. En Río de Janeiro, Buenos Aires, Santiago de Chile o La Paz crecen los cinturones urbanos de la miseria. En México hay gente que vive en casuchas de láminas, madera y lonas. En la ciudad turística argentina de Mar del Plata ponen un teléfono a disposición de las personas que quieran ayudar a los indigentes que viven en la calle. En Chile lanzan un programa de ayuda para los desamparados que duermen bajo el techo de las estrellas por las noches. La ola de frío en Argentina y Uruguay ha sido un nuevo toque de atención hacia los sin techo. En Montevideo se plantean refugios nocturnos.