Triunfo sembrado de dudas

Los pronósticos acertaron y Cristina Fernández Kirchner resultó elegida presidenta de Argentina, con su estilo duro y aproximado a la prepotencia y sugiriendo su similitud con la senadora estadounidense Hillary Clinton, eso sí, copiando los gestos de Evita Perón. La diferencia es que la democracia más avanzada de Estados Unidos impidió la transferencia del poder, de Bill Clinton cuando era presidente a su esposa, a modo de dinastía , como ocurre en Argentina y suele ocurrir en las dictaduras. La reelección del kirchnerismo se hizo de una manera más elegante y velada que la del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, promotor de la reforma constitucional que permite su reelección indefinida como presidente vitalicio. Una de las propuestas de Cristina Kirchner es una especie de Mercado Latinoamericano, a pesar de su simpatía hacia Estados Unidos, y contra la opinión del presidente de Bolivia, Evo Morales, que defiende su derecho a pactos con Venezuela o Irán. La figura de Cristina Kirchner ha desplazado de los titulares el triunfo de la izquierda en las elecciones municipales de Colombia, donde cunde la duda si ha disminuido el poder de las fuerzas paramilitares. En Argentina la dinastía peronista se ha doblegado a los Kirchner, tras un triunfo sembrado de dudas, entre las diferencias de los dos países que conviven malamente en Argentina, los pobres que ven resignados su futuro amarrado al proyecto de la flamante mandataria y la otra sociedad, mucho más desarrollada a causa de las grandes desigualdades, que vislumbra los riesgos del crecimiento y la inserción en el mundo industrializado. Para el periodista español Félix Soria, Argentina tiene nueva presidenta, insípida como el agua e inútil, sin valor y sin importancia política, como un florero de adorno.