Como perros y gatos

Los observadores internacionales ven asombrados las peleas que, como perros y gatos, afloraron en el encuentro del Mercosur en Río de Janeiro. A las discrepancias entre las economías más débiles de Uruguay y Paraguay frente a Argentina, Brasil y Venezuela, consideradas como más avanzadas en materia económica; también surgieron las diferencias en el choque entre Colombia y Bolivia, siendo defendido el segundo país por la injerencia de Venezuela, cuyo presidente saca pecho en el sur, mientras se confirma la gravedad de la salud de Fidel Castro, como informaba hace unos días El País. Así las cosas, la integración latinoamericana sigue siendo nada más y nada menos que un sueño adornado tan sólo de

palabras de buena voluntad

que no resuelven la vida de los pobres latinoamericanos que viven sumidos en la miseria, la pobreza y el descontento. En Argentina, la citación judicial del ex presidente Raúl Alfonsín da un nuevo giro al caso sobre la violación de Derechos Humanos en que está implicada María Estela María de Perón, más conocida como Isabelita. En Perú, miles de voces claman por la instauración de pena de muerte contra el terrorismo y la violación de menores, mientras Europa aboga en las Naciones Unidas por una moratoria universal que impida la retrógada norma de matar por haber cometido un delito (como en los tiempos bíblicos de Caín y Abel). De todas formas, el ministro de Trabajo español, Jesús Caldera, alegra con optimismo la noticia de que su país necesita 200.000 trabajadores extranjeros, eso sí, con contratos laborales legales. Otra alegría la deja el deporte con el empate entre las selecciones de Argentina y Brasil en el sudamericano sub-20 de fútbol.