jueves, enero 25, 2007

Destino incierto

En el barrio donde me crié había un chico que lideraba la pandilla de amigos. Nos convocaba para jugar y confiábamos en él nuestras cuitas. Éramos un grupo de niños de familias pobres, a pesar de que nuestros padres trabajan de sol a sol. Jugábamos al fútbol en la vereda (acera) con una pelota hecha de trapos y calcetines viejos. Pero los fines de semana llegaba la tentación. El hijo de un corrupto quinielero clandestino, protegido por el comisario de la zona, nos invitaba a ir a jugar a un enorme parque. Traía una pelota de cuero nueva, lucía la camiseta de su club preferido y calzado deportivo adecuado. Pulsaba el timbre de nuestras casas, a primera hora de la tarde después de comer, y nos invitaba a disfrutar del deporte más popular del mundo. Su padre nos llevaba en su coche, un lujo que en aquellos tiempos poca gente podía distinguirse. El deporte tapaba la pobreza y las diferencias sociales. Maduramos y seguimos teniendo un líder en el barrio, Hugo Chávez, y un rico potentado, Estados Unidos, en la acera de enfrenta que nos tienta. Algunos onfíamos más en nuestro controvertido líder (Chávez), que en el poderoso ricachón. Nuestra familia en España y Europa, del otro lado del charco, todavía la percibimos demasiado lejana. Aquella pandilla está un poco desperdigada. Nuestro destino sigue siendo incierto, a pesar de algunas bonanzas, cómo cuando éramos niños.

2 comentarios:

Daniel de Witt dijo...

Extraordinario post. Me parece que has dado en la tecla.
¿Cuándo nos daremos cuenta de que el potentado de enfrente en realidad es rico porque se apropió de nuestros recursos?
Y por mi parte, sí. Confío en "nuestro controvertido líder".
Un abrazo.

Byron Ronquillo Narváez dijo...

je,je osea que todo es lo mismo pero a diferente escala nomás je,je no te imaginas como me has hecho reflexionar, mi historia y creo la de muchos lleva más puntos similares a la tuya que en diferencia.

Así que hay que escoger entre el jefe del barrio y el ricachón? pues la respuesta para mi es una sola, me quedo con el jefe del barrio después de todo dentro de lo insierto la sumisión almenos puede ser evitada.

Saludos