
No se salva ni el loro, de la crisis, ni tampoco de los últimos puestos en la clasificación entre países a causa de la percepción de
corrupción. La del
loro es una historia que merece la pena leerse en
Uruguay blog. En cuanto a los índices de corrupción en Latinoamérica no hay nada mejor que leer las noticias. Me cuenta un amigo taxista en Buenos Aires, Toni, que hace unos años acababa de comprarse un coche cero kilómetro, y cuando llevaba apenas dos meses rodando por las calles porteñas, lo paró un agente de la Policía. Como el coche era nuevo y no encontraba ningún desperfecto, después de inspeccionar las luces intermitentes, la colocación de los espejos y el estado de los neumáticos, entre otras cosas, le pidió que le mostrase "los guantes de amianto reglamentarios". Mi amigo, sorprendido, boquiabierto y con los ojos abiertos como platos, le dijo que el amianto era cancerígeno y que se negaría a llevar cualquier cosa que tuviera ese material peligroso. El policía le explicó que la presunta normativa vigente establecía que había que llevar esos guantes en caso de que se incediase el motor. Y mi amigo le respondió que, aunque se le quemase el motor, no se atrevería a tocar ninguna pieza. Como se pueden imaginar, el agente rápidamente empezó con lo de "bueno, todo se puede arreglar, amigo, menos la muerte". Y mi amigo, el taxista, se vio obligado a dejar una
propina,
antes de pagar una multa de grandes cantidades. Tengo otro amigo, Marcelo R., que tiene un hermano que es policía, y yo sin saberlo, le pregunté hace unos meses cuánto ganaba un agente en Argentina. Me dijo que unos 200 dólares, deben ser unos 180 euros.
Sin embargo, en Latinoamérica, son los políticos que gobiernan los que
sientan cátedra
sobre la corrupción. Allá se dice que el ejemplo
cunde hacia abajo.Así como en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se analizaba qué país conseguía más medallas, si China o Estados Unidos, en Latinoamérica ocurre algo parecido pero en lo que atañe a la percepción de corrupción.
Argentina y
Venezuela se dan la mano en lo que respecta a sobornos, aparte de sus lazos económicos y políticos. El
caso del maletín que contenía 800.000 dólares, descubierto en el aeropuerto internacional de Buenos Aires, manchó la transparencia del presidente venezolano, Hugo Chávez, en la
generosa donación
del
dinero para la campaña electoral de la presidenta argentina, Cristina Kirchner. En este escándalo, al parecer, se mezcló también el
sexo. En México, qué les voy a contar, la corrupción es
"desenfrenada".
La palabra soborno ni se escucha en Latinoamérica, todos le temen, da miedo, y por eso se usan eufemismos como 'mordida' o 'coima'. De todos modos,
Haití y Ecuador no se quedan a la zaga, ni tampoco
Centroamérica. En Colombia, la corrupción es la mejor
compañera de la pobreza. Los sobres que se entregan
bajo cuerda,
por debajo de los escritorios de los despachos, suponen unas pérdidas de
50 mil millones de dólares que podrían utilizarse en sanidad, alimentación o educación. La culpa de todos los males no hay que echársela sólo al
Gran Imperio.