La ambición y la codicia impulsan las pretensiones del nuevo imperio británico por apropiarse del petróleo del Océano Atlántico, concretamente el perteneciente a las Islas Malvinas (Fakland), a través de una propuesta de ampliación de la plataforma submarina de las 200 millas actuales a 350. El petróleo es el instrumento del poder económico y político, incluso con el traslado de fondos de inversión al mercado petrolero, responsable del alza de los precios del crudo, según el experto Roberto Mabro. Qatar, Venezuela y Rusia aprovechan las ganancias que les proporcionan las exportaciones de petróleo poniendo en marcha cadenas de televisión con el fin de influir con sus mensajes a la opinión pública internacional, en un mundo que se torna multipolar, según Dilip Hiro, autor del libro

'Secretos y mentiras'

sobre la guerra de Irak. En opinión de un exiliado venezolano, Elío Ponte, los ingresos del petróleo en su país sirven para financiar grupos guerrilleros terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC) y llenar los maletines de petrodólares cómo el que se descubrió en en el aeropuerto de Buenos Aires, tras conocerse que no se había declarado como equipaje. La empresa petrolera estadounidense Esso coquetea con Argentina, Perú y Uruguay, amenazando con abandonar la explotación del producto en esos países. En El Salvador se plantea la producción de biocombustibles. En medio de todo este panorama, hay que añadir la corrupción que afecta a Latinoamérica en la lista que encabezan Ecuador, Venezuela y Haití. Puede que el petróleo manche y ponga en crudo a más de uno.